Entre la Corrupción y las Zonas Económicas

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Ciudad de México, 10 Jun.- La semana pasada el Ejecutivo federal promulgó la Ley de Zonas Económicas especiales. La iniciativa es la culminación de más de 15 años de actividad legislativa y aunque no es tan rimbombante como la iniciativa anticorrupción, sus efectos pueden ser más profundos y significativos para los millones de mexicanos que aún no se han beneficiado del México moderno, global y feisbukero.

Deje me explico, no dudo que el problema de la corrupción en México sea uno de los grandes retos de la actual generación, sobre todo después de los escandalosos casos en donde patrones solicitan a sus empleados ajusticien sus inmobiliarias decisiones. Sin embargo me causa problemas el pensar que con el sistema anticorrupción se resolverán los ya casi 40 años de bajo crecimiento.

En nuestro imaginario colectivo los mexicanos concebimos la corrupción como el monstruo que “muerde” el ingreso honesto de las familias. Cuando el ciudadano comete una falta, busca minimizar sus problemas a cambio de “ponerse la del puebla,” este es el tipo 1 de corrupción, una que no cambia la condición socioeconómica de ninguna de las partes.

El tipo 2 de corrupción – me tomo la libertad de sintetizar 9 clasificaciones de la página de la ley 3 de 3 – es el que está asociado a la condición privilegiada de una de las partes que le permite ascender o mantenerse, individual y familiarmente, en el penthouse de la realidad, préstamo que me hago de Galván Ochoa. Esta es la gran injusticia de la corrupción, exacerba la desigualdad en la sociedad al hacer imposible acceder al elevador social – otro préstamo, ahora de Ricardo Raphael – sin pagar previamente las correspondientes monedas de plata.

El tipo 1 de corrupción es perjudicial daña la visión del ciudadano y la opinión que nos merece la autoridad, afectando la convivencia social, pero fundamentalmente es una de transferencia de riqueza de una persona a otra. Pero el verdadero monstruo es el tipo 2, frente a la barrera a la entrada al elevador es cada vez más importante la suerte con la que se nace y cada vez menos importante el trabajo, el esfuerzo y el ingenio. El tipo 2 es una transferencia de riqueza de la sociedad entera a una persona. Esto mantiene la desigualdad, la injusticia y a entidades como Guerrero con 83% de su población en condición de pobreza. Pregunta al aire ¿Cómo es posible que la economía 13 del mundo tenga en una localidad al 83% de las personas pobres? La respuesta tiene que ver con el crecimiento.

Los economistas son (somos) muy hoscos para explicar esta ciencia arcana del crecimiento, pero en un intento por renegar de la facultad, cuando el crecimiento en un país es alto, digamos de 3 a 6 % o más, implica que importa más el trabajo individual, el esfuerzo y el ingenio en la mejora de la vida de la sociedad y sus miembros, el elevador funciona mejor y permite a más personas en todos los pisos de la sociedad acercarse más al penthouse, por lo tanto el humor social es mejor porque el Sr. López, Don Chucho y el Lic. Iturgaray pueden palpar como sus esfuerzos constantes y sostenidos se traducen en la mejora de sus vidas. El efecto virtuoso del crecimiento es que fortalece al elevador y debilita al tipo 2 de corrupción.

Cuando el crecimiento es bajo, de 0 a 3%, como ha sido el crecimiento en México durante los últimos 40 años, son más importantes las condiciones de riqueza con las que se nacen que el trabajo, esfuerzo e ingenio. El elevador de la sociedad deja de funcionar y empeora el humor social, finalmente el tipo 2 de corrupción se empodera y la sociedad en su conjunto ve como su trabajo no necesariamente se traduce en mejorar sus vidas, incluso trabajar arduamente sirve solo para frenar la caída.

En efecto desaparecer o debilitar el tipo 2 de corrupción tiene el potencial de disminuir la cuota hacia el penthouse, pero en esencia no erradica el problema que la fortaleció en primer lugar, e indudablemente si surgió una vez, surgirá nuevamente. Dicho sin ambages: la corrupción es efecto y no causa del bajo crecimiento.

Si pretendemos como generación erradicar la corrupción que fastidia al elevador de la sociedad, el endurecimiento de la legislación anticorrupción es bienvenido, pero no será suficiente, lo que necesitamos es destrabar el motor del crecimiento. Las iniciativas legislativas, como la de zonas económicas especiales, que tienen como interés el crecimiento real y sostenido de la economía, son las que permitirán al 83% de guerrerenses en pobreza mejorar su vida y en la medida en que ésta sea mejor el tipo 2 de corrupción terminará cediendo. Al final, el motor del crecimiento y el del elevador de la sociedad es el mismo.

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