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Ciudad de México 17 de May.- Este artículo es el inicio de toda una serie de escritos relacionados al libro: “Viva México cabrones”, del escritor mexicano Alejandro Herrera Parra (1957). Un libro divertido, valiente y atrevido, que no pretende sino caricaturizar-ridiculizar, algunos aspectos arraigados de nuestra tan peculiar y singular manera de ser de nosotros los mexicanos. Desde el burócrata hasta el yuppie; desde los corruptos funcionarios públicos, hasta los intelectualoides insufribles, este corolario de personajes contrastados y casi fantasmagóricos -querámoslo o no- son los que nos representan allende nuestras fronteras. Leamos un poco de este libro:

“EL BURÓCRATA

Comienzo el libro con este fascinante y pintoresco personaje, ya que su cantidad numérica (la cifra representa la principal fuente de empleados en nuestra ciudad-capital) es realmente significativa. Pareciera, de forma francamente patética, que todos están cortados con la misma tijera.

Más bien de baja estatura, muy poco cuello, moreno, constitución física gruesa, con asombrosa frecuencia rayando en la obesidad –producto directo de la grasienta, enchilada y masacotuda dieta que a diario lleva a cabo– no es casualidad que México tenga las cifras de mayor obesidad infantil y adulta en todo el mundo; con un hereditario pésimo gusto para la moda (se le contempla pavoneándose portando botas o botines de vestir en colores grises, café claro, beige, azul marino, vino, blancas), anchísimas corbatas que le llegan a la altura del ombligo con estampados complicados y florales que nos remiten más a una colcha o a una cortina, y con una muy peculiar manera de hablar, comunicarse y relacionarse con sus semejantes.

Su limitadísimo lenguaje es extremadamente florido, en ciertas ocasiones demasiado lógico, pero demasiado burdo y en ciertas circunstancias hasta aberrante.

Curiosas expresiones tales como: Volvió a repetir, mas sin en cambio, mas sin embargo, mas aparte, luego después, ora sí como quien dice, está bien cercas, el Juan, el Pedro, la Carmen, la María, etc., su carro de él, su comadre de mi primo, su hija de mi patrón, su madrina de mi vecina, nadien me dijo, más luego, salió fueras de la ciudad, más noche te llamo, agarra y se enoja, agarra y le digo, vive recerquitas de su casa de él; dice y le digo y luego me dice que dice no y le digo que sí y me dice nada y dice también, ya ni la haces mai, cómo crees compa; todo esto aunado a una inexplicable y desorbitada tendencia castiza de ponerle “s” al final de todos los verbos: Fuistes, trajistes, comprastes, vistes, usastes, escribistes, mentistes… y así por el estilo. Tómese como digo ejemplo de lo anterior a nuestro carismático y propositivo “Peje”. Otras expresiones tales como: Chale, nel, la neta, te pasas, te manchas, te rayas, las chelas, el pomo, el vidrio, el frasco, la boa, el chivo (comida), qué onda, qué transa mi buen, qué finanza mi valedor, qué bisne; y miles de barbarismos que resulta imposible destacar aquí en su totalidad. De manera grotesca, trata de ser demasiado formal y diplomático con expresiones absurdas tales como: Es bien importante, está bien interesante, está bien bonito, esto se financía con dinero nuestro, aquello se diferencía más, este asunto se negocía así; Señorita, tráigame los memorándums y los currículums del personal; entre muchas, muchas otras.

Resulta muy importante puntualizar que casi instintivamente emite un sonido muy extraño y por demás peculiar antes de cualquier pregunta o respuesta, muy semejante a la salida del aire en un neumático (sssssshhhh, pus ¿cómo estás? Ssssshhhh bien, chido, ahí dándole. Psssss qué onda mi buen, Psssss qué rol mi carnal) y así hasta el cansancio.”

En este breve insert de “Viva México cabrones”, podemos apreciar al instante lo picante y ameno del libro, y el ingenio de antropólogo social frustrado que nos ofrece Alejandro Herrera Parra. Si deseas conocer más sobre la obra de este autor y contactarlo, aquí lo podrás hacer: alherpa@yahoo.com

¡Nunca olvides que la lectura nos hace mejores personas!

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