Ciudad de México, 21 Sep.- En la actualidad, la figura de nuestro Presidente está por los suelos, pues, no llena de inspiración al pueblo, no es respetado por el pueblo, no es admirado por el pueblo y cada vez, se marca más esa brecha de desconfianza entre el pueblo y el Presidente y, de igual forma, con otras figuras políticas como son senadores, diputados, secretarios del Presidente, presidentes de partidos políticos, etcétera, tanto, que el mismo Presidente lo sabe y lo podemos notar cuando éste teme salir a las calles, y no puede hacerlo sin un cuerpo de seguridad, lo que significa una verdadera tristeza que quien nos represente en el exterior sea una figura no estimada ni por sus propios ciudadanos, un factor que lo hace débil frente al exterior.
Un factor causante de lo anterior puede ser la capacidad del mismo Presidente, ya sea desde el hecho de no rodearse de un equipo o asesores, valga la redundancia, también capaces para enfrentar los retos que nuestro país demanda; de igual forma, la capacidad intelectual, de contexto internacional, cultural y la noción de los principales problemas del país, como es el sector del campo y la producción de alimentos -que tan descuidado está y no se escucha hablar de una posible reforma-, sector salud, sector educación, pobreza, contaminación, etcétera.
Se ha venido marcando y arraigando en nuestra cultura mexicana, una aceptación y conformismo por parte del pueblo en cuanto a soportar los malos estragos del gobierno y de los políticos, en donde parece ser que estos últimos no entienden el papel o el rol que desempeñan, no saben que su actuar puede beneficiar o perjudicar el porvenir de los ciudadanos y prácticamente de la Nación entera.
Al mismo tiempo, los partidos políticos juegan sus “cartas” o delinean sus estrategias como si se tratará de una competencia entre marcas en contra de otros partidos políticos, no se preocupan ni se hacen responsables de su propio actuar, pues en lugar de eso, intentan desprestigiar al “contrario”; y del mismo modo parece ser que no comprenden el papel tan importante que deben desempeñar.
Con base en lo anterior, encontramos un problema grave: no votamos por quien queremos, votamos por los candidatos que los partidos políticos quieren que votemos, es decir, cada partido político nos muestra sus candidatos como si fueran sus cartas, pero qué si quisiéramos votar por alguien más que no está en un partido político, por tanto no es posible decirse que vivimos en un Estado democrático al cien por ciento.
Otro punto a debatirse es que los ciudadanos que tenemos derecho al voto, no votamos conscientemente ni votamos de forma informada, votamos por el simple hecho de votar, en sí, no conocemos las intenciones naturales de los candidatos ni mucho menos la realidad de sus propuestas, tampoco conocemos el historial y semblanza de la persona a la que le daremos el voto, solo se nos da a conocer lo bueno o mejor dicho lo que hacen parecer que ha sido bueno
¿Pero qué debemos hacer exactamente para contribuir a las problemáticas anteriores?
Primero y antes que nada, ser solidarios y empáticos con las demás personas de forma oportuna, es decir, cuando se requiera, pues, nunca sabemos cuándo uno va a necesitar del otro; exigir siempre nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones es una buena muestra de que como ciudadanos estamos haciendo y cumpliendo con nuestra parte, pero especialmente exigir siempre nuestros derechos al gobierno, ya que es un derecho que tenemos y una buena muestra de que el mismo gobierno no puede tomar decisiones por azar, y en donde en algún punto debe atender dichas demandas, pues, nuestros mismos políticos o funcionarios al tomar posesión de algún cargo dicen: “y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”, es decir, ellos mismos nos piden que exijamos, pero realmente cuándo nuestra Nación –organizada- exactamente ha demandado tal petición, parece ser que nunca.
Nuestros políticos deberían de tomar las decisiones necesarias que si bien no beneficien a todos, por lo menos si beneficien a la gran mayoría.
Segundo, informarse de nuestro contexto local y nacional y quizás hasta internacional, y si es posible participar y tomar curso de acción en nuestro contexto local primero, no queramos cambiar otro contexto sin primero cambiar el que nos rodea; informarse acerca de quienes creemos que son nuestros líderes, no exactamente políticos, pero que demuestren lo que dicen con hechos, y escoger un medio de comunicación informativo libre de vícios y de intereses privados y personales, pues es de saberse que la información en sí es poder y que la información que hoy en día se divulga no solo se limita a transmitir los hechos que ocurren, sino que nos dan una postura y una opinión muy personal, o nos muestran dicho hecho o noticia desde cierta perspectiva. Tercero, sentirse orgullosos de ser mexicanos y tener en mente de que podemos siempre estar y vivir mejor.
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