De chile, mole, dulce y de todos los estilos

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Ciudad de México, 7 Jul.- Hace algunas semanas una imagen causó en mí gran revuelo, lo mismo sucedió en las redes sociales. Se trata de una vivienda muy peculiar. Me llamó la atención el título de la misma, “de chile, de mole, de dulce y de todos los estilos”.

La imagen era de una casa en obra negra que no hacía alusión a estilo arquitectónico alguno, más bien era una mezcolanza de varios estilos. Podemos decir que se distingue una especie de torre cimborrio como en el estilo Románico de los siglos medievales, pero en combinación con un brutalismo surgido del movimiento moderno; al parecer sin querer o por falta de presupuesto, se hacen notar esos bloques de concreto y el mortero utilizado para la junta de los tabiques.

Con varios ritmos y tipos de vanos para intentar iluminar el interior, se eleva segura de si misma, y en los muros de la planta baja se observa un extenso mural, seguramente emanado de la ilegalidad y de la creatividad del arte urbano, y que sirve para ornamentar el comienzo de la construcción ¡es algo exquisitamente brutal!

Esta vivienda es algo extraordinario y sus cualidades de construcción lo confirman. Representa muchas de las cosas que se han llevado a cabo en la arquitectura de nuestro país, y por qué no decirlo, de nuestra realidad como sociedad.

Dentro de los elementos antes mencionados, en la parte superior de la edificación, podemos observar uno que sin duda, lo hemos contemplado en muchas ocasiones, en los últimos pisos de las construcciones, que sobresalen de castillos de los muros: las varillas. Ese elemento como antena, que despunta el brote en algún momento, de un próximo piso, quedando así la estructura expuesta bajo esta mentalidad: la de crecer, “no se sabe cuándo, pero ahí estarán esperando”, en ocasiones recubierta de botellas de PET, por su alto riesgo al quedar expuestas u otras veces simplemente quedan así, adornando el inicio o el fin de algo incierto.

En fin, la obra está dotada de varios elementos, todos cargados de historia. En mi opinión éstos la hacen interesante, pero, en arquitectura le llamaríamos, sin duda, eclecticismo.

Pero ante todas sus particularidades ¿cómo reacciona el espectador?

En redes podemos leer detractores que lo califican de adefesio, horror arquitectónico, etc., etc. También encontramos comentarios muy folklóricos como: “sabes que la inseguridad está fuerte cuando haces una fortaleza de tu casa”, “de seguro la hizo un ingeniero de esos que se sienten bien artistas, ya me imagino su bajada de cargas, no valoran a los arquitectos” o “Dejen de juzgar, que acaso ustedes pagaron para construirla”, entre muchos comentarios más.

Pero a estas alturas y con lo que se tiene que enfrentar cada mexicano todos los días, realmente ¿podemos definir qué es bello y qué no?, o ¿qué está bien o qué está mal?

Cuando observamos a nuestro alrededor todo lo que pasa y se ha permitió en nuestro país, como ciudades que no fueron ordenadas, menos planeadas, hechas bajo las necesidades u oportunidad de unos cuantos, calles sin mantenimiento y en claro deterioro, cableado de la red eléctrica como telarañas, inseguridad en todos los ámbitos y en todos lados, no podemos juzgar una construcción que responde a las necesidades de alguien.

No perdamos de vista que existen obras y monumentos, pagadas con el dinero de todos, y que dramáticamente, el costo final se dispara mágicamente, desaprovechando la oportunidad de invertir en cosas realmente necesarias ¡esto sí es algo brutal! Lo que sí debe indignarnos son temas que nos pegan todos los días, como la corrupción y enriquecimiento de unos cuantos.

Es injusto juzgar esta construcción. No por una falta de criterio, sino porque hay cosas que en verdad deben ser criticadas por parte de todos.

Pero el punto de todo esto, cuestionándome qué es bello y qué no, a estas alturas donde los cánones estéticos han ido evolucionando, puedo decir que ¡me gusta!

Me gusta por las cualidades de la vivienda que expliqué, hayan sido o no estudiadas, pero la mejor cualidad de todas es que se encuentra materializada, en un país donde materializar una buena idea, ya sea para ti o los demás, y que responda a las necesidades de las personas, es un lujo, que cuesta mucho, pero no sólo dinero, si no atreverse a hacerlo.

Sebastián Agustín Estrada Jiménez

Estudiante de Ingeniería y Arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional, Pintor y amante apasionado de las Bellas Artes. “Todos los espacios públicos deberían ser una obra de arte”.

Un comentario

  1. También me gusta parese salida de la necesidad de fantasía pero es nuestra realidad, todos tenemos algo de arquitectos, en nuestra América dejamos una punta de algo para seguir creciendo (sueños, esperanzas, ideas) sino mira los zapatos en los cables, ya nadie nos entiende, me gusta ese castillo.

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