Ciudad de México, 14 Nov.- Después de la noticia de que Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos, amanecimos con días fríos, lluviosos y nublados que reflejan, para algunos, una expresión más del Efecto Trump; un panorama oscuro que se vive con angustia, incertidumbre, miedo y desesperanza.
Como diría el Chapulín Colorado, ahora ¿quién podrá ayudarnos? Pero esta vez, la respuesta es NADIE, salvo nosotros mismos.
Este tema se ha instalado en prácticamente todas las conversaciones; en los medios de comunicación, en las calles, en la oficina, en los restaurantes, en los círculos familiares y, por supuesto, en las redes sociales. Hay tantas preguntas en el aire: ¿qué futuro nos depara?, ¿qué sucederá con todos los mexicanos del otro lado de la frontera?, ¿qué pasará con nuestra moneda y en general con nuestra economía?, ¿seguiremos en el TLCAN?, ¿cuáles serán las primeras acciones que pondrá en marcha el nuevo presidente? Después de haberlo escuchado con un tono conciliador en su primer discurso como presidente electo, ¿realmente implementará todas sus promesas de campaña?
Llegó el momento de ser un México digno de nosotros mismos. Ya no podemos quedarnos instalados en la conmoción y las lamentaciones. Hoy se está dando una reconfiguración en el escenario internacional y no podemos seguir bailando al son que nos toque nuestro vecino del norte. Debemos apelar a nuestro más profundo sentido de identidad mexicana, para marcar una ruta de reconstrucción que nos catapulte como país y como potencia económica.
Propongo convocar a un HACKATRUMP para cambiar el código genético de nuestro país. La idea es que participen los talentos de todas las regiones y edades, para generar las soluciones más creativas y revolucionarias en cinco sectores estratégicos: desarrollo económico y emprendimiento, investigación e innovación, seguridad, combate a la corrupción y justicia. Para ello habrá que lanzar un llamado, a través de las redes sociales, para abrir este espacio de discusión, generación e implementación de ideas frescas.
¿Por qué pensar siempre en el gobierno, partidos políticos, legisladores, empresarios, académicos y sociedad civil, como los únicos actores autorizados para generar propuestas? Atrevámonos a girar el tablero 180 grados. Es momento de hackear la realidad, aprovechando el gran pretexto que nos ha puesto enfrente el señor de la peluca naranja.