Ciudad de México, 31 de Mayo
Día Mundial sin Tabaco
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa sobre las medidas internacionales que tomarán con respecto al nuevo empaque que tendrán las cajetillas de cigarros.
Lo anterior, como una medida estricta para restringir su consumo. Esta decisión limita a los distribuidores a promover con etiquetas engañosas o subliminales su producto. Por el contrario, será primordial la advertencia sanitaria de su consumo.
La gente sigue sin querer entender que el tabaquismo es letal para su salud. En gran parte se debe a las abominables empresas que fabrican y distribuyen este producto, ya que les representa ganancias multimillonarias.
El Hombre, a través de su devenir tortuoso, azaroso e impredecible, ha buscado distractores y satisfactores para palear su soledad, su trabajo, su porvenir incierto. Algunos distractores, sin embargo, han derivado en lo que comúnmente conocemos como vicios: drogas de todo tipo (naturales y químicas), alcoholismo exacerbado, una sexualidad irresponsable y promiscua, y tal vez el más socorrido de ellos día a día y en todo el mundo, el Tabaquismo.
¿Quién iba a imaginar que aquellos cuáqueros ingleses, quienes después de una travesía por mar extenuante y peligrosa, llegaron por fin a las costas de Virginia, América, creando sembradíos de tabaco de grandes dimensiones, los cuales ahora le dan forma y sentido a marcas cigarreras norteamericanas con producciones gigantescas de cigarros diarias?
Muchos psicólogos se han preguntado, qué es lo que hace fumar a un fumador (a), se trazan al respecto teorías interesantes. Cuando se es muy joven (post-adolescente), implica un acto que los enviste de hombría, retos, y que los hace sentir “mayores”. También aparece en personas a partir de los veintitantos que el fumar les genera una apariencia más seductora, interesante y de aplomo; esta tendencia puede llegar hasta pasados los 60 años.
Así mismo existe el aspecto contrario: desde muy temprana edad y hasta cuando son adultos mayores, los fumadores (as), pretenden distraer su inseguridad, nerviosismo, estrés y aplastante realidad que los rodea. Y por ello, fuman de manera compulsiva a lo largo de sus días. Entre éstos últimos, los hay, quienes antes de apagar su cigarrillo, encienden otro.
No falta el mito casi idílico del artista, en particular el escritor, el músico y el pintor, quienes no pueden realizar sus obras si no tienen entre sus labios un cigarrillo.
El caso es que independientemente de la edad, pretexto o circunstancia en las que se fume, este siniestro hábito-vicio, es mortal. Ya que el fumar afecta de forma alarmante a nuestros pulmones (a todas nuestras vías respiratorias), el fumar también agrede directamente toda nuestra piel, resecándola, deteriora nuestra dentadura y opaca el brillo de los ojos, y para colmo, inunda nuestro cuerpo de un muy desagradable olor.
Anteriormente, las “recatadas” damitas difícilmente fumaban o bebían. Hoy en día es impresionante la enorme cantidad de mujeres de todas edades que se pierden irremisiblemente entre el humo y el alcohol.
Todo este cóctel de factores nocivos, como se puede imaginar, es un atentado irresponsable y directo a nuestro organismo.
Ojalá y las maquiavélicas y hambreadas empresas cigarreras, junto con las indiferentes y sobornables Secretarías de Salud de nuestro país, tomaran cartas en el asunto para evitar con ello tanto gasto en medicinas y tanta muerte innecesaria.
Pero como lo ven, a mí me gusta soñar, a mí me gusta pensar que existen empresarios y funcionarios bien intencionados, con ética y moral.
En fin, como dicen: “Soñar no cuesta nada”