Ciudad de México, 18 Jul.- Xochicalco, del náhuatl, “El lugar de la casa de las flores; un bello nombre para una de las zonas arqueológicas tan hermosa, como la gran cantidad de ellas que invaden el país.
Localizada a unos kilómetros de la bella Cuernavaca; con señalamientos certeros se llega a esa atractiva zona arqueológica e incluso hay transporte público.
Detallan los conocedores, que Xochicalco, es el mejor ejemplo de la etapa conocida como El Epiclásico, entre 700 y900 d. C cuando surgieron ciudades en la parte central de México, tras el éxodo de los teotihuacanos y la inclinación humana por el poder.
Los pueblos trataron de asentarse en otras latitudes; lo que agiganta el misterio del abandono de Teotihuacán y en este movimiento social de la época surgió Tula, hoy en el territorio del estado de Hidalgo.
Pero además en este mismo periodo, se registró en abandono de varios pueblos del norte de Mesoamérica así como el colapso de las ciudades mayas que se encontraban en las tierras bajas del centro del país y en el sur.
Los facultativos de esta parte de la ciencia, la Antropología, coinciden que la unión de varios grupos de naturales de la época, procedentes de varios núcleos sociales, del centro del país, se unieron para sentarse en un punto bien escogido y así surgió Xochicalco.
Hay un punto importante que da luz a lo anterior pues los relieves de las serpientes emplumadas en el templo de Xochicalco, que lleva el mismo nombre, sugieren influencias Teotihuacanas y Mayas.
Otro lato sugerente es la ubicación en lo alto de una montaña, igual que otros centros poblacionales de esa época, lo que dirige a un período de conflictos bélicos entre ciudades con pequeños territorios, ante la ausencia de una urbe hegemónica.
Algo muy interesante; Xochicalco, cuenta con los vestigios de un observatorio astronómico, curiosamente establecido en una cueva a la que se lleva por un graderío construido de piedra bien tallada en la que ocurre el siguiente fenómeno:
Durante 150 días al año, a partir del 30 de abril, se ve al sol entrar por un ducto vertical de pequeñas dimensiones horadado en la roca.
En Xochicalco había tres canchas de juego ritual de pelota. El aro que se ve en el medio, se hallaba originalmente sujetado arriba en el límite de la cancha. Una pelota de caucho compacto debía ser introducida a través del mismo, para lo cual los jugadores sólo podían utilizar los codos, caderas y asentaderas. Instituto Nacional de Antropología e Historia.
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