Ciudad de México, 30 de Mayo
No podemos pasar por alto, bajo ninguna circunstancia imaginable, el papel primordial que debe jugar la Educación en nuestra compleja y contrastada sociedad actual. Justamente ésta, representa el elemento fundamental por el cual una sociedad puede desarrollarse, alcanzar niveles de excelencia y proyectarse hacia un crecimiento tangible y fructífero allende los aspectos económicos. Pese a esto, la educación que caracteriza a nuestro país, y en particular a la Ciudad de México, no es precisamente la mejor que pueda imaginarse. Ya que padecemos desde hace varias décadas ya, de una educación poco unificada y con niveles de aprovechamiento en verdad lamentables.
Por un lado, tenemos a esa gran cantidad de escuelas privadas de todos los niveles escolares (formidables y exitosísimos negocios comerciales), las cuales, pareciera ser, únicamente tienen como meta el hacer dinero; el vender de todo (uniformes, materiales, vacaciones, libros, útiles, inscripciones, reinscripciones, cursos, talleres, paseos) a través de sistemas y métodos más bien relacionados con aquellos que se implementaran en la Inglaterra Victoriana de fin de siglo XIX. Es decir, sistemas autoritarios, castrantes, terriblemente exigentes y demandantes, que a fin de cuentas propician una educación más bien exhaustiva que asusta y dispersa a los alumnos. Estas escuelas privadas de aprendizaje, en su inmensa mayoría, están dirigidas y manejadas por personas que dejan mucho que desear en cuanto a sus caracteres y formas de comunicación interpersonal se refiere; en cuanto a su obtusa tolerancia, apertura al cambio y posibilidad de generar una comunicación sincera, franca y objetiva. Personas con una evidente amargura y tristeza existencial, que restriegan a diestra y siniestra a sus alumnos en cada clase.
La gran mayoría de niños, adolescentes y jóvenes de nuestra sociedad, tienen bastantes problemas en su misma casa y consigo mismos, como para recibir más regaños, censuras y amenazas por parte de sus maestros y tutores.
Ahora bien, si nos referimos al sector público educacional, la cosa no mejora en mucho. Ya que por lo general, en estos centros de estudios se carece del equipo necesario para estudiar debidamente (equipo de laboratorios, instalaciones deportivas de calidad, sistemas informáticos para la educación interactiva, entre otros aspectos). No menos exigente y demandante, el plantel docente de este sector tampoco ofrece una calidad de comunicación, tolerancia y entendimiento hacia sus alumnos. Pareciera que la represión y la censura fueran los elementos más importantes para fundamentar una educación variada y efectiva.
Y si a todo lo anterior le agregamos los caprichos, inquietudes de todo tipo (sexuales, adicciones a drogas, alcoholismo, bullyng) que la inmensa mayoría de los alumnos traen consigo como verdaderos lastres, podemos entender con mayor facilidad, el porqué tanto yuppie frívolo-materialista, y por qué tantos profesionistas ignorantes y con miras de superación en verdad mediocres.
Lo en verdad inquietante, es que esta educación disímil y mal asimilada, se evidencia en todos los ámbitos de nuestra sociedad; en todas las manifestaciones deportivas, culturales, artísticas, científicas, por sólo citar algunas. No es gratis, qué va, que aún sigamos siendo un país tercermundista en pleno Tercer Milenio.