Ciudad de México 19 de May.- Dentro de la vasta Historia de la Música Clásica, descuella como la grandísima figura de este tipo de música, el nombre de éste portento alemán barroco. Algunos críticos musicales coinciden en establecer la Gran Trinidad Musical de la siguiente manera: Dios-Padre Johann Sebastian Bach; Hijo Ludwig van Beethoven; y Espíritu Santo Wolfgang Amadeus Mozart. Con la cual coincido por completo.
Y es que J. S. Bach (1685-1750) supo, como ningún otro compositor, emparejar una técnica compositiva de perfecta hechura, combinada con una pródiga y variada obra que abarca casi todos los géneros musicales; ya que él, por motivos personales, nunca deseó incursionar en el género operístico. Pero sí en cambio en la música profana y religiosa. De la profana, tenemos obras para instrumentos solistas (cello, laúd, clavecín, órgano, violín, flauta) por sólo citar algunos, a través de composiciones diversas de indiscutible belleza; partitas, sonatas, preludios, tocatas, fugas. Así mismo, y de igual relevancia, nos legó conciertos para diversos instrumentos –Los 6 celebérrimos Conciertos de Brandemburgo, Las 4 Suites orquestales, los 7 Conciertos para teclado- entre otros.
Pero donde Bach descuella de manera indiscutible y extraordinaria, es dentro de su abultada producción de música sacra. Aquí es donde encontramos sus obras más reconocidas y admiradas. Ejemplo de esto lo son: Su fascinante Misa en Si Menor, su dramática y honda Pasión según san Mateo, algunas de sus más de 200 cantatas, su hermoso Oratorio de Navidad, su luminoso Magnificat, por sólo mencionar algunas obras.
El caso es que a la fecha se continúa sosteniendo que Bach es El Padre de la Música, en cualquier punto cardinal de nuestro planeta. Y esta aseveración tiene su lógica y justificación, ya que como se mencionó arriba, las obras de Bach poseen una muy particular excelsitud y emotividad.
Hombre religioso (nunca fanático), su sincera fe hacia Dios le permitió trascender su espíritu y creencias a través de las notas musicales y los silencios. Paralelo a esto, también fue un hombre práctico, sexuado (tuvo vente hijos con dos esposas), buen bebedor de cerveza, fumador de pipa, y comensal indiscutible.
Es decir, Johann Sabastian Bach supo combinar de manera equilibrada y funcional, dos ámbitos existenciales que en otros autores no hayan cabida alguna.
Hoy día existen miles de grabaciones de sus más de 900 obras. Existen polémicos encuentros entre cómo interpretar su música: si con instrumentos originales (de la época) o con instrumentos actuales; si los tiempos deben de respetar siempre, si las intenciones interpretativas deben remitirse al estilo barroco alemán tardío, entre otras consideraciones que no han llegado a establecerse por lo complejo de su origen.
El caso es que más allá de las inevitables intelectualizaciones que imperan sobre su obra, hay que destacar, por encima de todo, su maestría y belleza, su trascendencia a atemporalidad; su cercanía a la perfección y a Dios.
Te invito a que te sumerjas en la Música de este genio alemán, en la cual encontrarás, sin lugar a dudas, momentos de belleza indecible.
Ilustración de Alejandro Herrera Parra