Política para enfrentar la violencia

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Ponerse en los zapatos del otro

Armando Ríos Piter

@RiosPiterJaguar

Ciudad de México, 1º Ago.- Según el militar y pensador prusiano Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. Cito esta frase para hacer alusión a otra idea que pareciera estar instalada, y aceptada, en nuestro día a día: la política también es la continuación de la guerra, por otros medios.

Vivimos tiempos en los que el odio se manifiesta en todo el mundo, ya sea por criminales, políticos, empresarios o ciudadanos de a pie. Basta con revisar algunos tristes episodios, ocurridos en un lapso de apenas 12 días, entre el 14 y el 25 de julio pasados, para arrojar algo de luz sobre los retos que enfrentamos.

El 14 de julio, en Niza, Francia, se vivió un momento terrorífico en medio de lo que, se esperaba, fuera un día de fiesta nacional. Un hombre de 31 años mató al menos a 84 personas y dejó a más de un centenar muy malheridas. A todos los atropelló con un camión: niños, mujeres, hombres y ancianos. Después del atentado, el grupo extremista ISIS asumió la autoría.

Con sólo una semana de diferencia, ahora en la Ciudad de Múnich, Alemania, un joven de 18 años disparó en un centro comercial y mató a nueve personas. Según las primeras investigaciones, este muchacho estaba obsesionado con los asesinatos múltiples.

De forma similar, recientemente nuestro vecino del norte ha vivido, desde una masacre con 50 personas muertas y 53 heridas, a manos de un hombre de 29 años que abrió fuego en una discoteca gay en Orlando, Florida —en donde también ISIS se adjudicó la responsabilidad—, hasta ataques mortales contra policías en Dallas, Texas, y Baton Rouge, Louisiana.

Es preocupante que un candidato a presidente de Estados Unidos desestime la realidad de encono que vive su propio país, y pareciera empecinado en echarle más gasolina al fuego. Y es que el 21 de julio, durante la Convención Republicana en Cleveland, Donald Trump continuó con su discurso fundamentado en el miedo. Además de insistir en la construcción de un muro en la frontera con México y de destacar el respaldo que le ha brindado la Asociación Nacional del Rifle, Trump acusó a sus contrapartes demócratas de exacerbar el racismo y el odio, cuando ha sido él quien impulsa estos valores desde el inicio de su campaña.

México no es la excepción. El sábado 23 de julio, dos presidentes municipales más fueron asesinados. Uno de ellos fue el de San Juan Chamula, en Chiapas, Domingo López, a manos de presuntos opositores políticos. El otro fue el de Pungarabato, Guerrero, mi querido Ambrosio Bocho Soto, asesinado en una emboscada por haberse atrevido a denunciar al crimen organizado. Como guerrerense y amigo de Bocho, me llena especialmente de dolor ver que su asesinato encontró como respuesta oficial una retahíla de lugares comunes, enmarcados por acciones a futuro de un Estado corrupto e impune.

No importa si se trata de grupos terroristas inclementes, jóvenes trastornados, políticos soberbios, facciones partidistas inconformes o criminales que rivalizan con el Estado; la dosis de intolerancia es la misma. Estamos viviendo tiempos de guerras intestinas, detonadas por políticas de cerrazón, que hacen imposible considerar al de enfrente como otro ser humano y sólo lo ubican como un oponente a quien es necesario aniquilar.

Pero en medio de todas estas notas que empañan nuestra humanidad, me llena de optimismo un discurso como el que dio Michelle Obama la noche del 25 de julio, durante la Convención Demócrata en Filadelfia. Ella plantea un principio esencial para reconstruir la política y alejarla de esta suerte de naturaleza violenta que le hemos adjudicado.

Dicho principio está contenido en frases como: “…cuando alguien es cruel o se comporta como un matón, uno no se rebaja a su nivel… cuando ellos caen bajo, nosotros apuntamos alto […] sabemos que nuestras palabras y acciones importan, no sólo para nuestras hijas, sino para [todos] los niños de este país”.

Desafortunadamente, en nuestro país ese tipo de expresiones siguen brillando por su ausencia. Frente a la crisis de odio y violencia que vive el mundo, tenemos que iniciar un nuevo tipo de liderazgo, especialmente quienes nos dedicamos a las labores de gobierno. En cada palabra y acción que emprendamos, debemos reflexionar a partir de hoy: ¿qué harías si tus hijos o las niñas y los niños del lugar en el que vives te estuvieran viendo para aprender de ti?

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