Ciudad de México, 10 de Jun.- Cortados casi por la misma tijera, estos pseudo intelectuales resultan en verdad insufribles, a través de sus acartonados y vendidos (al gobierno) mensajes sobre la cultura de nuestro país. Con una soberbia descomunal y un complejo de superioridad inalcanzable, estos personajes andan diciendo toda una sarta de sandeces, mentiras y esnobismos.
Pero mejor dejemos a nuestro escritor y amigo, Alejandro Herrera Parra, quien a través de su divertido y ácido libro: “¡Viva México cabrones!”, nos comparta su sentir sobre estos nefastos títeres de sí mismos.
“NUESTROS ILUSTRÍSIMOS INTELEC-CUÁLES
Aunque en realidad son muy, pero muy escasos, existen sin embargo algunos sujetos que se vanaglorian de portar esta ridícula y acartonada etiqueta. Los hay de muy variados tipos.
Comenzaremos con el intelectual ricachón que se jacta de poseer y sustentar una conciencia política comprometida y pragmática, y quien desde el estudio de su flamante y lujosa residencia, traza teorías neoliberales de cambio a la par de simulacros pseudo democráticos, los cuales no van más allá de la pura teoría.
A este singular y farsante personaje le encanta salir en la televisión y pronunciar sus airadas demandas y aparentes inconformidades, así como tener su propio programa de radio para comentar casi cualquier tópico que se le ocurra y que pueda improvisar: Política, finanzas, economía, comercio, administración, motivación, auto ayuda, y los libros más leídos del momento. Así mismo esgrima con gran soltura temas tan dispares e inconexos como el tráfico de algunas avenidas de la ciudad, el futuro de la economía volátil y cambiante en nuestro país, estrategias exóticas de comercio exterior, análisis (casi tesis doctorales) de los ramplones candidatos presidenciales y sus maquilladas estadísticas y nefastas promesas, alguna experiencia personal simplona y opusdeista, entre otras muchas ocurrencias.
Pero lo que sí hay que reconocerle, nos guste o no, es que sabe sacar un espléndido provecho y beneficio propio de las relaciones y contactos que su papi desarrollara cuando fuera un funcionario, corrupto y oportunista; y gracias al ineludible arrastre de la gloria de su apellido, anda como quijote de la cultura dando tumbos de aquí para allá. Pero, él se dice a sí mismo y a cada momento, la consigna es simplemente aparentar que se sabe de todo, y por consiguiente (he aquí el desastre) que el opinar es un lujo en su boca y mano.
Hacer negocios millonarios con la cultura es uno de sus primordiales objetivos profesionales y existenciales.
Sí, cotizarse como un producto altamente competitivo y requerido en el mercado nacional. Hay momentos de franca ridiculez y descaro, en los cuales, por pura ambición económica desmedida, participa en la elaboración de pomposos y plastificados argumentos de corte histórico para telenovelas comerciales bajo el pretexto, nada creíble, de destacar y rescatar consideraciones nacionales que a nadie le interesan, comenzando por él mismo.
Sin embargo, el dinero que obtiene de estos mamotretos pretensiosos es bastante redituable y envidiable, y le aseguran, por lo menos, su próximo shoping del año en los Estados Unidos o Europa.
Y más allá de cualquier consideración intelectual o académica posible, el primordial objetivo es estar en el mercado, sonar y ser visto. Cotizar y generar dineros a diestra y siniestra en los corruptos medios impresos y electrónicos, es razón y justificación más que suficiente.
También es un distinguido y asiduo personaje a cocteles, presentaciones de libros, diseños de joyería, lanzamiento de películas, inauguraciones de restaurantes lujosos, y otros eventos que le permiten la oportunidad para mostrarse en carne y hueso, y poder, así, seducir a alguna incauta y atolondrada estudiante universitaria ricachona de las carreras de Comunicación, Diseño Gráfico, Psicología, Relaciones Internacionales, Nutrición y/o Periodismo, de la Ibero, la Anáhuac o del Tec. Porque eso sí, la honorable y oxidada fidelidad victoriana que pregona estrictamente en su flamante casa, difícilmente la sostiene en su persona y en la calle.
Ahora bien, dentro de esta categoría de letras y oropel, existe, por lo menos, más de un par de ejemplos de adineradas y honorables Señoras bien nacidas con una educación sentimental decimonónica, quienes escriben con disciplinada constancia toda una interminable serie de estupideces frívolas para la gente bonita de nuestros residenciales suburbios citadinos.
Consejos de buenas maneras, modales y costumbres de un mundo totalmente caduco e ido, recomendaciones compulsivas y reiterativas de cómo lograr un status a través del consumismo a la gringa, invitaciones a tomar conciencia de una religiosidad mocha, mustia y fingida, recetas culinarias de la cocina mexicana de las abuelas de alcurnia y abolengo, cómo llevar una casa y familia impecables y decentes, consejos retrógrados y reprimidos sobre sexualidad y la mal entendida liberación femenina, profundas conversiones bizantinas para ser cristianos ejemplares y cambiar de la noche a la mañana el sentido y valoración de nuestras existencias, y otras fruslerías más por el mismo tono. Claro, para disimular o disminuir esta franca tendencia pueril y estéril, pretenden también escribir sobre Política, Economía, Psicología, Filosofía, Historia y Relaciones Internacionales, con un estilo más apegado con las sufragistas inglesas de principios del Siglo XX.
En todos los casos, ellas se sienten y se viven como unas sinceras y auténticas intelectuales comprometidas con los cambiantes y agitados problemas de su tiempo y su sexo. Pero más allá de sus
incondicionales familiares y vecinas de las Lomas, Virreyes, Polanco, Pedregal, la Herradura, Santa Fe e Interlomas, muy pocas personas les creen y menos aún las leen en sus cursis y viscerales comentarios variopintos.
Se enfurecen (por citar uno de miles de ejemplos), se indignan y acaloran por las injusticias que se cometen contra los estudiantes de la UNAM, pero nunca, por ningún motivo imaginable, sacarían a sus lindas hijitas rubicundas de sus escuelas particulares con asignaturas como Moral, Ética, Civismo, Inglés y Relaciones Internacionales, para llevarlas a esta universidad de nacos sin oportunidades ni futuro.
Vamos, su sincero compromiso, aparentemente real y tangible, es del todo ficticio y de escaparate de boutique lujosa de las calles de Homero y Horacio. Ellas están bastante ocupadas y comprometidas con llevar a la perfección todos los gastos, mantenimiento y embellecimiento de sus residencias de ciudad y casas de campo, alimentar y adiestrar a sus queridas mascotas, y estar siempre pendientes del próximo evento social de filantropía y caridad. Son intelectuales totalmente Palacio.
Disfrutando de las generosas y jugosas rentas de sus prósperos esposos y de los dineros –nada despreciables– que con sus tiernos y cristianos pensamientos, escritos y comentarios generan a diario.
Pero también, y por el otro lado tenemos al intelectual naco, rebelde, renegado, intransigente, acartonadamente excéntrico y anárquico con su consabido disfraz: colita de caballo o greñas intencionalmente despeinadas, jeans, chamarras de jerga y anteojos a la John Lennon.
Tendencioso izquierdista –por lo menos de teoría– odia a la burguesía, a la cual, muy dentro de sí mismo, hubiera deseado pertenecer.
Por ello, desde su limitada y frustrada perspectiva, la consigna es muy sencilla y simplista: Todos los burgueses son estúpidos, frívolos, destructores de la moral y de la sociedad. Los burgueses no son auténticos como él, no están comprometidos consigo mismos y con su inexplicable y fantasmagórico país.
Dialécticamente adora y odia el dinero y todo lo que éste propicia, en una frenética y neurótica conducta contradictoria. No quiere reconocer, en pleno tercer milenio, el rotundo fracaso histórico de los sistemas comunistas y socialistas en todo el mundo y se aferra, lastimera y dolorosamente, a una mísera y gris existencia llena de vacío, alcohol, mota, cigarros, mala comida chatarra y lecturas dispares.
Eso sí, se considera todo un experto analista en la política y economía nacionales, participando en manifestaciones, mítines, revueltas y escándalos de los partidos políticos, así como de estudiantes preparatorianos revoltosos y haraganes (porros), y no guarda ocasión para manifestar todo su evidente rencor, amargura y sincera frustración a cada momento y pretexto, para airadamente hacerse notar y tratar de impresionar a sus hijos, amigos, vecinos e incautos (muy pocos) seguidores.
En cada reunión, fiesta o evento social, no deja de tratar de impresionar a la gente con su perorata memorizada a través de los años y los sexenios. No deja, también, de aconsejar a las juventudes para que tengan convicción y conciencia propias, así como para que éstas manifiesten desde temprana edad un sincero y auténtico espíritu revoltoso e intransigente.
Siempre está quejándose de todos y de todo sin hacer nada para resolver situaciones. Aparte de su consabido discurso y de su nula aportación y participación para la resolución de propuestas, cambios y alternativas de toda índole. Para él, lo importante es estar en desacuerdo, ser original, llevar la contraria y mentar madres a diestra y siniestra.
Sólo los años y la contundencia cruda y pestilente de la vida diaria, lo van suavizando un tanto, hasta que se convierte en un honorable y desconocido cascarrabias inofensivo y casi bonachón.
Pero ya es demasiado tarde, la vida se le fue en un atroz anonimato inaguantable que ni Lenin, el Ché, Mao, Fidel, el subcomandante Marcos o el mismo alcohol pueden aligerar.
Entre estas dos categorías extremistas e inconciliables en apariencia, también hay personajes híbridos que conviven a diario con la contradicción existencial, la carencia de proyecto de vida y una manifiesta falta de personalidad, credo y convicción. Son de una extraordinaria flexibilidad y descaro. Se adaptan a todo y cambian de apariencia como ávidos camaleones multicolores.
Con gran cinismo se hacen llamar gente open mind y pueden convivir y departir, con una supuesta sencillez y talento, con empresarios que se amanecen repletos de cocaína, putas y champagne; así como con valedores banda con mota, chelas y rolas de rock pesado en español e inglés. En ambos casos lo que en realidad les importa es el beneficio económico o de cualquier índole (contactos y recomendaciones para trabajos bien remunerados) con el firme propósito de seguir su trayectoria meteórica ascendente. Como fácilmente se supondrá, cuando les llega la caída, ésta es atroz y casi irreparable. Pero nada de esto importa, ellos viven el aquí y el ahora tal y como la vida se los brinda. Tal y como ellos mismos consideran debe ser.
Recordemos siempre que todo es relativo, flexible, cambiante y adaptable. Hasta la conciencia y la dignidad.” Si deseas adquirir este singular libro, contacta con su autor: alherpa@yahoo.com
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