Después de 50 años de su fallecimiento, se muestran por primera vez algunos de los tesoros que componen el archivo de la escritora en una exposición en el Colegio de San Ildefonso.
Y es que tras la muerte de Rosario Castellanos (1925-1974) en Israel, sus pertenencias fueron enviadas a México y colocadas en una bodega.
“Es una exposición que muestra el lado que se sale de lo simbólico, de lo institucional. Es una visión del otro lado de Rosario Castellanos que muestra a la escritora de carne y hueso; la niña, la adolescente, la mujer —dijo Gabriel Guerra Castellanos, hijo de la escritora—.
Como se ha planteado esta exposición, es un recorrido por la vida, la obra y la creación de una persona”, Un cielo sin fronteras. Rosario Castellanos: archivo inédito abre sus puertas hoy en el Colegio de San Ildefonso, en el marco del centenario del nacimiento de la escritora, académica y diplomática.
“Mi madre murió cuando yo tenía 12 años y vivíamos fuera de México. Las cosas se empaquetaron y se guardaron en una bodega durante mucho tiempo; después las rescaté y las preservé. Es la primera vez que se muestran en una exposición. Es solo una parte de todo lo que existe”, explicó.
Trayectoria
Rosario Castellanos (1925-1974) es una de las escritoras mexicanas más reconocidas a nivel nacional e internacional. Combinó su labor creadora con la promoción cultural, la docencia, el periodismo y la diplomacia. Incursionó con éxito en la novela, el cuento, la poesía y la dramaturgia. Obras como Balún Canán, Oficio de tinieblas, Álbum de familia o Poesía no eres tú son indispensables en la literatura mexicana, pues dan cuenta de dos aspectos que hasta entonces no habían sido tratados literariamente o se habían trabajado con una perspectiva sesgada: la mujer y lo indígena. La escritora rehuyó las clasificaciones de indigenismo y feminista, pues su literatura abordaba ambas temáticas sin apegarse a un programa de ideas específico y sin idealizar a los personajes.
La autora cultivó con empeño y rigor la escritura creativa y periodística: dejó un sinnúmero de colaboraciones en periódicos y revistas. En su época no recibió la atención que merecía, sin embargo después de su muerte los estudios sobre su obra, el reconocimiento de sus ideas y compromisos, el interés de los lectores por sus libros ha ido en ascenso. Murió en Tel Aviv, mientras ostentaba el cargo de Embajadora de México. Sus restos fueron traídos a la Rotonda de las Personas Ilustres.







