Una nueva atracción en Egipto: los perritos callejeros que habitan en estas maravillas de la Antigüedad.
Una multitud de turistas contemplan las pirámides de Guiza. Pero algunos de ellos fijan sus miradas en los animalitos.
Andan en las rocas
«Allí está», dice un turista polaco a su mujer señalando a un perro encaramado a una de las rocas. Se trata de Apollo, convertido en una sensación tras ser grabado el mes pasado escalando la Gran Pirámide de Kefrén.
El video viral, tomado por el parapentista estadounidense Alex Lang, mostraba a Apollo ladrando a pájaros desde la cima del monumento a 136 metros de altura.
La atrevida escalada de Apollo provocó un inusitado interés en los perritos que desde hace tiempo han hecho de estas piedras de la antigüedad sus hogares.
El animal ya forma parte de las explicaciones de los guías a los turistas, asegura uno de estos profesionales, Sobhi Fajri.
Un compañero suyo lo compara a Anubis, el antiguo dios egipcio de la muerte representado como un hombre con cabeza de chacal.
La súbita fama también repercute en los negocios de la zona. Um Basma, una mujer de 43 años, asegura que sus ventas de souvenirs han subido gracias al flujo de turistas que quieren ver a los perros de las pirámides.
Un guardia del monumento, afirma que algunos famosos han pagado para obtener permisos para fotografiar a sus perros con el «cachorro de la pirámide».
Apollo
Apollo, un perro baladí de tres años, forma parte de una manada de ocho miembros que viven desde hace tiempo entre estas ruinas de la Antigüedad.
Los animales de esta raza local son conocidos por su resistencia, su inteligencia y su capacidad de sobrevivir en el arduo clima de Egipto.
Ibrahim el-Bendary, cofundador de la American Cairo Animal Rescue Foundation que sigue a los perros de las pirámides, asegura que Apollo es el «macho alfa» de la manada.







