La rápida propagación de los incendios se debe principalmente a los intensos vientos de Santa Ana, un fenómeno natural característico de esta época del año, que, al combinarse con la sequía, ha creado el escenario ideal para el avance descontrolado de las llamas.
“Se puede afirmar que el incendio de Palisades -uno de los que queman- es uno de los desastres naturales más destructivos en la historia de Los Ángeles”, aseguró la jefa del Departamento de Bomberos de la ciudad, Kristin Crowley.
El sheriff del condado, Robert G. Luna, dijo que “en algunas áreas parece como si hubiera caído una bomba”.
Los fuegos han sorprendido y sobrepasado a los bomberos de la ciudad, que al mismo tiempo han enfrentado otros problemas a la espera de refuerzos y una mejora de las condiciones climáticas con las que confían apagarlos.
En Pacific Palisades, una comunidad en la que han quemado más de mil viviendas en el mayor de los incendios, los bomberos vieron como los hidrantes de agua contra incendios se secaban a las pocas horas de empezar a utilizarlos.
Presupuesto
Las autoridades han dicho que esos hidrantes estaban alimentados por tres tanques que estaban llenos al inicio de la emergencia, combinando más de 11.3 millones de litros. Sin embargo, su uso fue cuatro veces mayor a lo previsto.
También llama la atención la decisión tomada por la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, de recortar hace unos meses en más de 17 millones de dólares el presupuesto para este año del Departamento de Bomberos.
Crowley, la jefa de los bomberos, avisó hace un mes que el recorte “ha limitado gravemente la capacidad del departamento para prepararse, capacitarse y responder a emergencias de gran escala, incluidos los incendios forestales”.
Bass, sin embargo, ha defendido que el recorte no ha tenido impacto alguno en la lucha contra estos incendios porque iba destinado a suprimir puestos administrativos en el departamento.







