Bryan Johnson es un multimillonario que promete la inmortalidad y para ello trabaja en lograr el rejuvenecimiento y la inmortalidad.
A sus 48 años ha construido su existencia alrededor de una misión singular: «No morir», el lema estampado en sus camisetas.
Cada mañana inicia una meticulosa rutina de 6,5 horas. Sin espacio para la improvisación, sigue una secuencia precisa: mediciones biométricas, suplementos en serie, terapia de luz roja, sesiones de hipoxia intermitente –y también, en otros momentos, oxígeno hiperbárico–, sueros capilares y entrenamiento físico intensivo.
Su desayuno –extracto de granada, proteínas vegetales, omega-3, cacao y leche de macadamia, según reporta New Scientist– parece más una fórmula de laboratorio que una comida.
Dietas y ejercicios
El régimen es tan riguroso que su última comida del día ocurre antes del mediodía. Esta estructura, dice, elimina el «costo metabólico» de tomar decisiones constantes. «Prefiero dedicar mi escasa capacidad cerebral a pensar en cosas de mayor nivel, como el futuro de la especie humana», declaró recientemente a Wired.
«Mi perfil de sueño es el de alguien de poco más de veinte años», explicó Johnson con orgullo al medio californiano. «Son ocho horas y 34 minutos. Me despierto menos de una vez por noche en promedio, me voy a la cama dentro de dos a tres minutos de que mi cabeza toque la almohada, y tengo 94 % de eficiencia de sueño», agregó.
Johnson no es un caso aislado entre los multimillonarios tecnológicos que buscan vencer al envejecimiento, pero sí el más extremo y visible.







