Entre triunfos, derrotas y traiciones, Santa Anna iba y regresaba al poder

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Ciudad de México, 21 Jun.- Santa Anna fue presidente de México en 1833 y después ocupó la silla del Ejecutivo otras diez veces entre reconocimientos como héroe y como villano, pero al tener dificultades, solicitó licencia y dejó el poder en manos del vicepresidente Valentín Gómez Farías.

En 1836, durante la República Centralista, Santa Anna encabezó una campaña para reducir a los colonos texanos que al argumentar la ruptura del pacto federal, pretendían proclamar su independencia de México.

Luego de una penosa marcha, que lo llevó desde el centro del país hasta San Antonio, tomó el fuerte de El Álamo. Poco después fue derrotado en la batalla de San Jacinto, por el ejército texano de Samuel Houston.

Al ser prisionero, Santa Anna se vio obligado a firmar el tratado que concedió a Texas su independencia. Fue puesto en libertad por el presidente estadounidense Andrew Jackson y regresó a Veracruz.

En 1838, durante la llamada “Guerra de los Pasteles” frustró el intento francés de tomar la ciudad, por lo cual fue aclamado como un héroe.

En esa batalla, Santa Anna perdió una pierna e hizo celebrar una ceremonia en honor a su extremidad, que fue exhibida en un cofre de cristal y paseada por la ciudad de México.

Esto le dio gran publicidad, lo que le permitió ocupar la presidencia de nuevo en 1839, 1841 y 1844, con lo que se anunciaría el estilo totalitario que distinguiría su último período.

Cuando en 1843, Estados Unidos planteó la incorporación de Texas a su territorio, Santa Anna pretextó la muerte de su esposa Inés García y Martínez de Uscanga, para retirarse de la presidencia mientras pasaba el furor público por la anexión de Texas a Estados Unidos.

El gobierno de Gómez Farías decidió llamar de vuelta a Santa Anna para dirigir los esfuerzos nacionales. A pesar de que logró amasar un considerable ejército, significó una serie de derrotas consecutivas en todas las acciones bélicas.

Después, en Veracruz, fue derrotado en la Batalla de Cerro Gordo. Tras evacuar la capital del país, Santa Anna se exilió de nuevo, esta vez en Colombia.

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