«Antes de 1985 no se sabía, ni se tenía una idea clara de lo dramáticas que podían ser las sacudidas de la ciudad, principalmente por la naturaleza del suelo en que está asentada gran parte de ella, que son sedimentos lacustres de antiguos lagos», explica Víctor Cruz Atienza, científico del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las 07:19 de la mañana fue una hora que abrió los ojos de Ciudad de México en varios sentidos hace 40 años.
A esa hora del 19 de septiembre de 1985, un potente terremoto de magnitud 8,1 originado a unos 400 km en la costa del Pacífico, uno de los más grandes registrados en la historia de la región, sacudió durante unos 90 segundos a la capital mexicana.
Fue un minuto y medio que expuso lo poco preparadas que estaba la población, la infraestructura y las autoridades de CDMX ante un terremoto de gran magnitud en una zona de por sí vulnerable por el terreno en donde fue construida la ciudad.
A partir de entonces, la población, las autoridades y la ciencia cambiaron notablemente para responder a terremotos de gran magnitud en una de las ciudades más pobladas del mundo.
Alerta sísmica, entre los cambios más notables
A partir del terremoto de 1985, los especialistas mexicanos diseñaron un sistema pionero en el mundo de alerta temprana con la idea de salvar vidas.
Fundaron la asociación civil Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires) con el objetivo de unificar los instrumentos de registro para crear lo que coloquialmente se conoce como alerta sísmica (Sistema de Alerta Sísmica Mexicano, Sasmex) en 1989.
Cuando ocurre un sismo en la zona de cobertura de las estaciones de registro, el Sasmex categoriza su origen y magnitud, y con un algoritmo establece el alcance que tendrá.
El sistema entonces es capaz de enviar una señal de alerta con decenas de segundos de anticipación para generar una alarma auditiva en los casi 14.500 altoparlantes disponibles en las calles y que la población se ponga a salvo.
En la actualidad, esta alerta sísmica cubre a unos 25 millones de personas en Ciudad de México, Puebla, Acapulco, Chilpancingo, Morelia, Oaxaca, Toluca y Cuernavaca.
Cambiaron también los códigos de construcción, se instituyeron los simulacros y hay mejor conocimiento científico.
Con información de www.bbc.com







