Cada Semana Santa en la CDMX se celebra el Viacrucis de Iztapalapa. Una representación del calvario de Jesucristo y su crucifixión que recorre las calles de la alcaldía. El evento comienza a las 10 de la mañana y se recorren varios kilómetros a lo largo de los ocho barrios de la demarcación; durante los cuales el Cristo de Iztapalapa carga una cruz de madera que pesa de 90 a 100 kilos.
Para ello, el actor que personifica a Jesucristo se prepara físicamente con mucho tiempo de anticipación, para cargar la cruz en la que finalmente será crucificado en el Cerro de la Estrella.
El tradicional espectáculo comprende 14 actos, desde la condena a muerte a Jesús hasta su muerte en la Cruz, pasando por las tres caídas y la limpia del rostro de Jesús por Verónica; y es una puesta en escena que ocurre año con año desde 1843.
La pesada cruz que carga el actor del Viacrucis
Al ser una representación que busca acercarse lo más posible a la realidad, el actor encargado de darle vida a Jesucristo carga una cruz de madera que pesa de 90 a 100 kilos. El intérprete tiene que recorrer los barrios más representativos de Iztapalapa con la cruz sobre los hombros.
Esta actividad requiere de bastante preparación física, por obvias razones, por lo que el actor debe tener cierta condición, además de contar con medidas de peso y altura para la tarea, y entrenar debidamente meses antes del día de la representación.
Christopher Gómez Hernández, de 22 años, es quien este año dio vida a Jesucristo en la Pasión de Iztapalapa, y contó que estuvo trabajando con cuatro entrenadores y troncos de tamaños similares a la cruz real para familiarizarse con el peso y con la sensibilidad de sus hombros.
La historia de la Pasión de Iztapalapa
La Pasión de Iztapalapa es una de las representaciones más grandes y significativas de la Pasión de Cristo, no solo en México si no en todo Latinoamérica. Y el Cristo de Iztapalapa es, claramente, uno de los elementos centrales de la tradición. El evento atrae miles de fieles y espectadores de distintas partes de México y el mundo cada año.
Esta tradición inició en 1843, como una forma de agradecimiento a la divinidad, luego de haber salvado al barrio de Iztapalapa de una epidemia de cólera. Desde entonces, cada año los residentes de la comunidad organizan y participan en una serie de actos que recrean los últimos días de Jesucristo, desde su entrada a Jerusalén hasta su resurrección.
El Cristo de Iztapalapa es interpretado por un hombre local, quien es elegido bajo estrictos criterios: debe ser soltero, tener buena reputación dentro de la comunidad, y mostrar un profundo compromiso con la fe católica. Prepararse para este papel implica meses de ensayo y una profunda preparación espiritual.
La representación culmina el Viernes Santo con la procesión del Viacrucis, donde miles de personas se congregan para observar el recorrido que hace el elegido para interpretar a Jesús, cargando una cruz pesada por las calles del barrio hasta el Cerro de la Estrella, lugar donde finalmente es “crucificado” en una ceremonia muy emotiva.
Además del Cristo, cientos de personas participan como personajes bíblicos, soldados romanos, apóstoles y penitentes, creando una atmósfera de fervor religioso. La Semana Santa en Iztapalapa no solo es una manifestación de fe, sino también una importante expresión de la identidad y la cohesión comunitaria de este sector de la Ciudad de México.
Este evento, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por UNESCO, refleja la riqueza cultural y religiosa de México, demostrando la capacidad de sus tradiciones para reunir a una comunidad en torno a su fe y sus costumbres.
