Ciudad de México, 15 Ago.- Pensemos en qué es lo que nos separa entre ser un país desarrollado y ser un país en vías de desarrollo; cuánto tiempo tarda un país subdesarrollado en convertirse en un país de primer mundo; qué se toma en cuenta para decir que un país es primermundista y qué se toma en cuenta para decir que es tercermundista. Su sociedad. Su civilización. Su conciencia y auto-conciencia sobre las cosas que no solo le pasan a alguien, si no también, a su alrededor. La libertad de pensar, hacer y actuar.
En las escuelas se nos enseña historia, el pasado, pero no se nos enseña sobre el futuro, lo nuevo, un plan, sobre que tenemos que mejorar en el mundo, cómo hacerlo, o aprender de las consecuencias del pasado.
¿Merecemos el buen gobierno que tenemos? O, ¿merecemos el mal gobierno que tenemos? En la antigua Grecia, a las personas que no se interesaban en asuntos de política, se les conocía como personas idiotas, pues, sorprendía a las demás personas que alguien no se interesará en asuntos políticos, pues, de la política se desprenden decisiones o leyes que tienen que ver con el día a día de los ciudadanos y asimismo con sus propias vidas, desde el hecho de que los -funcionarios- políticos deciden por fijar reglas en sus trabajos, en las calles, en respetarse el uno al otro, en las sanciones por faltas a los anteriores, en respetar las propiedades de otros, en temas de educación, etcétera.
Hoy en día no es la diferencia, parece ser que más de dos mil años han pasado en vano en lo que se refiere a temas de política, partiendo sobre la base de que no es posible que cualquier persona desconocida que es “elegida” desinformadamente por otras personas, venga a decidir sobre la vida de otros. El voto de una persona es una fuerza y un poder que exactamente no sabemos que tenemos, pero para que realmente este sea una fuerza tenemos que ejercitarla, ¿cómo? Informándonos día a día de los sucesos políticos que van aconteciendo. Muchas veces esto no es muy posible porque los principales medios de comunicación que más vemos están viciados, viciados de intereses personales de los mismos dueños de los medios de comunicación.
Un primer paso sería encontrar un medio de comunicación libre de vicios, libre de intereses personales que pudieran mal informarnos de los sucesos y eventos que acontecen y que se nos permita saber la verdad de lo que realmente está pasando.
Hay que ser realistas y aceptar nuestro presente acerca de lo que está sucediendo, aceptar que hay personas -funcionarios- no ineptos porque muchas veces se conocen las consecuencias de sus decisiones, pero aún así las toman por beneficio propio a pesar de afectar a otros; entender que podríamos estar mejor son las raíces del cambio y mejora de las cosas, así que informémonos y tomemos acción, ya sea con el solo hecho de divulgar y comentar a otro lo que sabemos para que este consciente, de igual manera nosotros al escuchar también podemos saber nuevas cosas y de entre todo, formular una idea, una postura y un análisis sobre qué es lo mejor.
Partir de la base de que alguien necesariamente debe ser: es decir, cada seis años, hay candidatos para ser elegidos Presidentes de la República, uno de ellos, necesariamente debe ser, uno necesariamente debe ser gobernador o jefe de gobierno de un estado, alguien necesariamente debe ser el gerente en una empresa, alguien necesariamente debe ser director de la escuela, entonces si necesariamente debe haber alguien en ese puesto, por qué no, la mejor opción, o tu mismo.
El participar, el estar de cerca automáticamente va a repercutir en que los que estén tengan que ser mejores, el que proponga mejores cosas, el que tome mejores decisiones, el que piense en los demás (si no es que en todos). Otro punto es que ese alguien no puede hacer las cosas solo, requiere de un equipo, de colaboradores, de consejeros, donde a su vez, también puedan no solo criticar alguna decisión mal tomada, si no aceptarla y corregirla.
Un buen político debería ser aquella persona o ciudadano funcionario que sea capaz de tomar la mejor decisión que beneficie si no es que a todos, a su gran mayoría y en el mejor de los ámbitos.
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