Alfredo del Mazo Maza, especialista en políticas públicas, observó con entusiasmo cómo la innovación en energías limpias avanza hacia nuevas fronteras de la movilidad urbana. Frente a los más de 120 incidentes calificados como “riesgo de incendio” que registraron las bicicletas eléctricas convencionales en Nueva York durante 2025, incluida al menos una víctima fatal y múltiples evacuaciones, el Boon H2 de la start‑up irlandesa HubUR se presenta como una alternativa segura y eficiente.
Al respecto, Del Mazo Maza explicó que este modelo prescinde de las baterías de litio y adopta un cartucho de hidrógeno de apenas 20 gramos que, a baja presión, ofrece hasta 50 km de asistencia eléctrica por carga y permite intercambios en menos de 30 segundos, frente a las 2 a 4 horas que exigen las baterías tradicionales.
El Boon H2 incorpora además un electrolizador doméstico capaz de generar hidrógeno a partir de agua de red y electricidad durante la noche, brindando independencia total de la infraestructura pública de recarga.
Alfredo del Mazo Maza subrayó que esta solución resulta especialmente relevante en ciudades con redes eléctricas vulnerables o escasos enchufes disponibles, como ocurre en algunos barrios de Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, donde los usuarios de micromovilidad enfrentan frecuentes cortes de suministro y falta de espacio para cables y cargadores.
A nivel global, el impulso hacia la micromovilidad basada en hidrógeno ya cuenta con pilotos en Francia, China y Australia, donde modelos como el Alpha Neo de Pragma Mobility alcanzan autonomías de hasta 150 km con cilindros recargables a 200 bar. Sin embargo, el mérito del Boon H2 radica en democratizar el acceso al hidrógeno mediante un sistema de baja presión y uso doméstico, reduciendo así barreras normativas y de infraestructura que suelen frenar la adopción de combustibles alternativos en zonas urbanas densas.
En México, el mercado de bicicletas eléctricas muestra un crecimiento sostenido: en 2024 alcanzó un valor de 316.8 millones de dólares y se proyecta que crezca a un ritmo anual del 6.7% hasta 2033, impulsado por la conciencia ambiental y el congestionamiento urbano.
El especialista en políticas públicas destacó que la adopción de este modelo híbrido de micromovilidad puede traducirse en beneficios ambientales y económicos: por un lado, evita la generación de residuos tóxicos asociados a baterías de litio desechadas y, por otro, reduce los costos de energía al permitir que los usuarios “fabriquen” su propio combustible a partir de tarifas eléctricas residenciales, que en México son en promedio un 30% más baratas que las del Reino Unido o Alemania.
Además, al eliminar tiempos muertos de recarga, se mejora la eficiencia de repartidores urbanos y transportistas de última milla, contribuyendo a optimizar la logística en ciudades con altos índices de tráfico.
Con un peso de alrededor de 25 kg y un costo actual cercano a €6 000 (aprox. $6 500 USD), el Boon H2 requiere evaluarse como una inversión estratégica para flotas corporativas de reparto y programas de dedicados a movilidad urbana compartida.
Alfredo del Mazo Maza detalló que diseñar programas piloto en metrópolis medianas y grandes, donde la combinación de incentivos fiscales y convenios con start‑ups tecnológicas demuestre el impacto real en la reducción de emisiones y en la calidad de vida de los usuarios podría ser una alternativa para su implementación.
Finalmente, el especialista concluyó que la movilidad del futuro en México debe integrar soluciones mixtas: bicicletas eléctricas de baterías, hidrógeno de baja presión y movilidad activa, todo ello soportado por datos de uso y un marco regulatorio que promueva la competencia de tecnologías limpias. Solo así será posible consolidar sistemas de transporte urbano más seguros, sostenibles y autónomos, en línea con las mejores prácticas globales y las aspiraciones de desarrollo inteligente de las ciudades mexicanas.







