Ciudad de México, 15 Ago.- Apenas el 18 de julio pasado, el presidente Enrique Peña Nieto durante la firma de los decretos con los que se promulgaron las leyes, nos reiteró su más sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que nos causó en el caso de la Casa Blanca. Solo para refrescar la memoria, en noviembre de 2014 se dio a conocer que Angélica Rivera había comprado una casa a Grupo Higa, empresa que fue beneficiada con contratos en el Estado de México, entre 2005 y 2011, periodo que (casualmente) coincide con el tiempo en el que Peña Nieto fue gobernador en esa entidad.
Poco tiempo después del escándalo, los mexicanos tuvimos que ver a Angélica Rivera, en tono molesto, regañarnos por poner en duda la procedencia de su patrimonio. Después, nos tocó la llegada de Virgilio Andrade a la Secretaria de Función Pública con la encomienda principal de investigar la existencia de un posible conflicto de interés en el patrimonio del presidente, la primera dama y el Secretario de Hacienda.
¿Y qué creen qué pasó? Seis meses después y tras una rigurosa y exhaustiva investigación, Andrade aseguró que en ningún caso existió conflicto de interés. ¡Menos mal!¡Somos unos malpensados!
Hace unos días, el periódico británico The Guardian dio a conocer que la misma Angélica Rivera utiliza un departamento en Miami, el cual es propiedad de una empresa que concursa por licitaciones federales. ¡Otra mera coincidencia!
¿Hasta cuándo?
Sin duda es gravísimo que el Presidente y su familia estén inmiscuidos en actos de corrupción, tristemente no son los únicos. De acuerdo con el estudio de “México: Anatomía de la Corrupción”, presentado por el IMCO y CIDE el año pasado, la corrupción conlleva una menor inversión, pérdida de ventas, pérdida de empleos y un costo en la producción entre 2-10%. No hay que dejar de lado que la corrupción nos afecta a todos, desde las familias que tienen que destinar parte de sus ingresos en sobornos para recibir servicios públicos o la falta de los mismos porque los recursos se van a “otro lado”.
En ese sentido, todos los estudios de opinión pública señalan que la gran mayoría de los mexicanos señalan que la corrupción es el principal problema de México y que se sienten inconformes con la situación actual. Sin duda que el gobierno es el principal responsable, sin embargo, terminar con la corrupción es tarea de todos: legisladores, sociedad civil, empresarios, funcionarios, agentes policíacos, jueces, etc.
Mientras no vayamos todos en la misma dirección, solo nos queda esperar que el Presidente y su familia ofrezcan (otra) disculpa.
Perfil del autor
- Editordmx