El sindicalismo en México atraviesa una transformación profunda desde la reforma laboral de 2019, pero las tensiones entre los nuevos sindicatos democráticos y el sindicalismo corporativo aún marcan la vida laboral del país. En este escenario, Alejandro Martínez Araiza, líder del Sindicato Nacional Alimenticio y del Comercio (SNAC), ha emergido como una de las voces más firmes en defensa de un sindicalismo auténtico y participativo.
Durante su participación en el foro del Diálogo Interamericano en Washington D.C. y de la American Bar Association en Toronto, Martínez Araiza señaló que la negociación del T-MEC en 2018 se realizó “con la mafia del poder laboral”, lo que derivó en un fortalecimiento del charrismo sindical y un debilitamiento del sindicalismo auténtico.
Para el dirigente, la próxima revisión del capítulo laboral en 2026 debe corregir estas distorsiones y asegurar que los trabajadores tengan representación genuina.
El desafío del sindicalismo corporativo
El sindicalismo corporativo, caracterizado por contratos de protección patronal y liderazgos impuestos, continúa controlando amplios sectores productivos en México. De acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo, más del 80% de los contratos colectivos registrados antes de 2019 respondían a esquemas corporativos que limitaban la libertad de asociación.
Martínez Araiza ha denunciado que prácticas como los contratos multisitio mantienen al trabajador dentro de un sindicato oficialista, impidiendo que cada centro laboral decida libremente a qué organización afiliarse. A esto se suman mecanismos de “legitimación” simulada que buscan aparentar democracia sin modificar estructuras de control.
“El sistema actual aplica sus propias reglas para perseguir a liderazgos incómodos. Se prohíbe el sindicalismo minoritario y se castiga la independencia”, afirmó el líder del SNAC.
La propuesta del SNAC
Para contrarrestar este escenario, el SNAC ha planteado mecanismos de protección a los sindicatos independientes en el marco del T-MEC. Entre sus propuestas destacan:
- Auditorías a operadores laborales que asesoran a empresas en estrategias antisindicales.
- Eliminación de contratos multisitio, para devolver a los trabajadores la posibilidad de elegir libremente.
- Fortalecimiento de los mecanismos de queja del T-MEC, que hoy son pocos y lentos, según Martínez Araiza.
Con ello, se busca equilibrar la competencia en el mundo sindical y asegurar que la representación genuina de los trabajadores no sea desplazada por estructuras corporativas.
Un sindicalismo en transición
El caso del SNAC refleja un fenómeno más amplio: el surgimiento de sindicatos democráticos que cuestionan décadas de prácticas corporativistas. La OIT ha reconocido que México vive un proceso inédito en la región, aunque advierte que los avances serán frágiles si no se consolidan mecanismos de protección a la libre afiliación.
Para Alejandro Martínez Araiza, la revisión del T-MEC representa una oportunidad histórica pues asegura que “es momento de construir un sindicalismo que acompañe al comercio justo y no lo distorsione. Sin justicia laboral, el libre comercio no tiene futuro en América del Norte”.
De cara a 2026, el papel del SNAC será decisivo para definir si México logra dejar atrás el legado del sindicalismo corporativo y avanzar hacia un modelo verdaderamente democrático en el ámbito laboral.
