En el tiempo de la Colonia en México inició el festejo del Día de San Juan. Sin embargo, había un fenómeno climatológico singular porque casi cada 24 de junio llovía. Dicha festividad se juntaba con las celebraciones prehispánicas dedicadas a los dioses.
En este caso, la festividad que se empalmaba era el festejo al dios de la lluvia, Tláloc, la cual se realizaba entre los meses de junio y septiembre, cuando se presentan lluvias. Por ello, la asociación de que cada Día de San Juan llueve.
Por lo anterior, se dice que cada 24 de junio inician las lluvias en el centro de México.
En el país se considera la época de lluvias al mismo tiempo que la temporada de ciclones tropicales. Es decir, en promedio de mayo a noviembre. Y para la cuenca del Valle de México las precipitaciones más intensas suceden de julio a septiembre.
Siempre llueve
Entonces, 24 de junio coincide plenamente con esta temporada. Por lo tanto, no debería extrañarnos que en efecto, siempre llueva este día. Este método empírico no tiene ningún sustento para aplicarse. Pero es importante darnos cuenta como nuestros antepasados tenían como principal herramienta la observación. Y, a partir de ella buscaban pronosticar los cambios en el tiempo para prever la forma en que impactarían a los cultivos y a la población.
Aún en comunidades rurales continúa la tradición de elaborar una climatología si llueve o no durante el 24 de junio. En caso de suceder indica que será un periodo de buena cosecha, de lo contrario la producción de cultivo no será tan alta.
La asociación de San Juan y la lluvia se debe a la religión católica traída a México, en donde San Juan bautiza a Jesucristo con agua, por lo que se ha convertido en patrono de múltiples pueblos del centro del país, lugares donde también abunda el agua.







