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La izquierda de la izquierda

Por IGNACIO ANAYA

Ciudad de México, 6 Marzo.- ¿Son de izquierda quienes se pronuncian contra la corrupción, la acumulación de capital y el crimen organizado? ¿Son de iz­quierda quienes proponen mayor libertad individual y de prensa? ¿Son de izquierda quienes impulsan proyectos de nación para mitigar las disparidades sociales del ingreso e incrementar oportunidades de desarrollo en las mayorías? ¿Son de izquierda quie­nes pugnan por la separación del Estados y las iglesias?

Hoy día es difícil afirmarlo. Primero por­que esas directrices regularmente se divul­gan como posicionamientos de campañas y, segundo, porque las estructuras políticas definidas históricamente como “de derecha” suscriben los mismos principios.

La diferencia entre izquierda y derecha podría aparecer en otros temas de mayor polémica. Uno muy específico y mediáti­camente asumido es el principio de liber­tad y autonomía respecto del cuerpo. Esto es, la posibilidad de decidir en materia de maternidad, eutanasia, preferencia sexual o uso de sustancias recreativas. Sin embargo, históricamente dicho posicionamiento no ha sido compartido por muchos hombres y mujeres que igualmente militan en partidos de izquierda.

La negativa a educar en sexualidad, la persistente misoginia, la persecución de la homosexualidad, el castigo a las mujeres que interrumpen embarazos o las adiccio­nes, también han constituido expresiones de partidos comunistas y socialistas en diversas latitudes del planeta y de México.

Sin embargo, el anterior no es el único ejemplo de esta dificul­tad para definir a la izquierda. Muchos gobiernos que se pre­sentan con dicha filiación han nadado en océanos de co­rrupción y han enriqueci­do las cuentas bancarias de sus líderes.

Por ello, además de los errores estra­tégicos, de las derrotas electorales y de las divi­siones internas, la crisis de la izquierda es conceptual. El discurso no le alcanza para dis­tinguirse frente a otras opciones ideológicas y, por paradójico que resulte, tampoco para distinguirse de quienes se definen del mismo lado del espectro político. De ahí que tiene sentido preguntar: ¿Cuáles de los partidos nacionales son de izquierda? ¿El PRD? ¿Morena? ¿Movimiento Ciudadano? ¿Partido del Trabajo? ¿Algún partido estatal? ¿Cuántas agrupaciones políticas nacionales orientan su praxis política hacia ese lado del espectro ideológico?

En la opinión pública, la izquierda nun­ca ha desaparecido si bien más allá de su evocación, debería significar algo sólido, tangible, concreto.

Quizá la mejor forma de visualizarla es respecto a cómo teje su discurso frente al Estado. Es decir, hacia dónde considera que se debe orientar esa estructura de mando, bajo qué premisas toma decisiones, cómo recauda ingresos y cómo los distribuye, qué considera prioritario en la agenda pública, cuál es su posición frente a quienes menos tienen y frente a quienes más tienen, etc.

Que quede claro: la voluntad de distri­buir la riqueza, de abrir las oportunidades, de elevar los niveles de educación, de proteger a las poblaciones vulnerables, de aplicar el Estado de Derecho, de impulsar políticas de género, luchar contra la corrupción y gravar la acumulación de capital no son políticas exclusivas de un gobierno de izquierda.

¿Entonces qué es la izquierda? Quizá la respuesta debe encontrarse fuera de las plataformas partidistas y sobre todo lejos de las campañas electorales.

En nuestro país el mejor ejemplo de go­biernos de izquierda lo constituye la Ciudad de México, donde se han impulsado dere­chos, leyes y políticas públicas incluyentes, con infinidad de derechos, orientadas a mejorar la calidad de vida de la población.

Su Constitución recientemente aprobada (que entrará en vigor el 17 de septiembre del 2018) supera e incluso abre polémica respecto de los derechos y la visión de pro­greso que ya contempla la Carta Magna.

Las leyes del Distrito Federal aprobadas en los últimos lustros son un antecedente sólido de esta aseveración.

Lo anterior es una verdad. Como cierto que ese maravilloso marco jurídico no ha incrementado el bienestar de cientos de mi­les de capitalinos. Los servicios de basura, trasporte, alumbrado y seguridad no cum­plen su cometido. Ni tampoco el control de la contaminación, la preparación educativa de la juventud ni mucho menos la infraes­tructura de servicios básicos como la salud.

Como en todo hay excepciones, la Ciu­dad de México también las tiene, pero una izquierda que quiera posicionarse a través de excepciones puede terminar asumiendo que, si se posiciona a la izquierda de la izquierda, quizá pueda confundir y confundirse menos. Sin duda otra raya de ese tigre que a veces transita por el carril derecho.

Editordmx

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