Daniel Esquenazi Beraha integra bienestar en planificación urbana
En la actualidad, el diseño arquitectónico determina la salud de quienes habitan y transitan los espacios urbanos, una realidad que adquiere relevancia ante los desafíos sociales, ambientales y sanitarios que enfrentan las grandes ciudades. Aunque desde hace décadas se reconoce la influencia del entorno construido en el bienestar físico y emocional de las personas, esta visión aún no se ha integrado de forma plena en los planes urbanos. Para el empresario y arquitecto mexicano Daniel Esquenazi Beraha, es urgente repensar el urbanismo bajo una óptica de salud pública y sostenibilidad.
Durante años, el desarrollo de las ciudades ha respondido principalmente a criterios de densificación, movilidad y crecimiento económico. Sin embargo, este enfoque ha descuidado la relación entre el entorno físico y el bienestar integral de las personas. Elementos como la calidad del aire, la exposición al ruido, la falta de áreas verdes o la deficiente iluminación natural impactan directamente en la salud física y mental de los ciudadanos.
Daniel Esquenazi Beraha plantea que el urbanismo contemporáneo debe integrar estrategias sostenibles y saludables desde la concepción de cada proyecto. Esto incluye priorizar diseños que fomenten la ventilación cruzada, el uso de materiales no tóxicos, la presencia de luz solar y la inclusión de espacios naturales en entornos urbanos.
Una de las estrategias más efectivas para fortalecer la salud pública es la implementación de infraestructura verde. Parques, jardines verticales, techos verdes y corredores ecológicos mejoran la calidad del aire, reducen las islas de calor y promueven una vida más activa. Además, ayudan a combatir la ansiedad y el estrés, problemas cada vez más comunes en entornos urbanos densamente poblados.
En paralelo, el diseño biofílico propone reconectar a las personas con la naturaleza a través de la arquitectura. Espacios con vegetación integrada, fuentes de agua, luz natural y materiales orgánicos generan ambientes más saludables, productivos y emocionalmente equilibrados.
La creación de espacios públicos accesibles, seguros y funcionales es otro pilar fundamental. Involucrar a la comunidad en el proceso de diseño urbano permite responder mejor a las necesidades locales y promueve la cohesión social. Para Esquenazi Beraha, esta participación es esencial para construir ciudades inclusivas y resilientes.
En conclusión, el diseño arquitectónico determina la salud de quienes habitan y transitan los espacios urbanos, y representa una herramienta poderosa para transformar las ciudades en lugares más justos, sostenibles y saludables. Las decisiones arquitectónicas que tomemos hoy tendrán un impacto directo en la calidad de vida de las generaciones futuras.
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