Alfredo Del Mazo Maza examina desafíos del transporte ecológico en Europa
El sector del transporte en la Unión Europea genera una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), cifra que ha aumentado en los últimos años. Para alcanzar la neutralidad climática en 2050, expertos en políticas públicas y temas de sostenibilidad, como Alfredo Del Mazo Maza, analizan el impacto de las regulaciones establecidas por la Comisión Europea que buscan transformar la movilidad en el continente, así como los desafíos que aún persisten en la región.
Para 2030, la Comisión Europea busca reducir los impactos a la salud por contaminación del aire en un 55 % y disminuir en un 30 % la exposición al ruido del transporte, tomando como referencia los niveles de 2005.
Pese a que el transporte público es una alternativa más sustentable frente al uso del automóvil particular, su participación en la movilidad de pasajeros ha mostrado pocas variaciones en décadas. En 2022, los automóviles particulares representaron más del 75 % del total de los desplazamientos en Europa, una tendencia que no ha cambiado de manera significativa desde 1995.
El transporte de mercancías también representa un desafío ambiental. La actividad del transporte por carretera sigue en aumento y se espera que continúe esta tendencia en los próximos años. En contraste, el transporte ferroviario de carga ha disminuido su relevancia en términos de participación total, aunque se calcula su crecimiento en la próxima década.
Para Del Mazo Maza esta expansión podría representar una oportunidad para reducir los impactos ambientales del transporte de carga, dado que el ferrocarril tiene un menor consumo energético y emite menos contaminantes.
La descarbonización de estos sectores dependerá de la selección y el despliegue masivo de combustibles alternativos sustentables, así como de mejoras en la eficiencia energética y la migración hacia opciones de movilidad climáticamente responsables siempre que sea posible.
Ciertamente, los avances en la reducción de emisiones de contaminantes han sido notorios, especialmente en el transporte por carretera, gracias a la implementación de estándares más estrictos y el desarrollo de sistemas de postratamiento avanzados.
En el sector marítimo, las emisiones de óxidos de azufre se han reducido debido a políticas ambiciosas, aunque persisten desafíos relacionados con la reducción de partículas de carbono negro. En la aviación, los efectos climáticos de compuestos distintos al CO2 continúan en estudio, con estimaciones que sugieren un impacto hasta cuatro veces mayor que el CO2 por sí solo.
“La movilidad sustentable no es solo una cuestión de tecnología, sino de un cambio estructural en la manera en que las ciudades y las economías organizan sus redes de transporte. Es necesario un enfoque integral que combine regulaciones, incentivos económicos y una inversión sostenida en infraestructura”, enfatiza Alfredo Del Mazo Maza.
Para acelerar la transición hacia un sistema de movilidad sustentable, se requiere la participación tanto del sector público como del privado. Iniciativas como la revisión de la Directiva del Sistema de Comercio de Emisiones (ETS), que destina ingresos a acciones climáticas y transformación energética, pueden desempeñar un papel clave.
Asimismo, la asignación de aproximadamente 40,000 millones de euros a través del Fondo de Innovación para tecnologías bajas en carbono refuerza la necesidad de una inversión continua en investigación y desarrollo.
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