Ciudad de México, 6 Jul.- Los caricaturistas de los medios más importantes del país, dándole un tinte muy característico de su estilo pintoresco, premiaron a Oliverio Maciel con el “Huevo Onix”. La razón: por haber sobrevivido a la contaminación y el smog de la Ciudad de México durante dos semanas.
Oliverio, jamás fue domado por la soberbia, consecuencia que a muchos los transforma la fama; su sencillez, amabilidad y respeto, fueron su sello.
Lo mismo se le veía sentado en una banqueta con pescadores; de esos que se meten al mar para obtener el alimento del día para sus hijos; igual con los campesinos que alquilan su esfuerzo para cosechar los productos del rico terrateniente, para obtener un mísero salario que medio los alimenta y apenas viven.
De igual manera departía con famosos y acaudalados empresarios, actores de fama nacional e internacional; pintores de primera línea y políticos de altos cargos; cuyas vestimentas elegantes y joyas valiosas contrastaban con la ropa sencilla de Oliverio, en cuyo cuello, un cordón que traspasaba caracoles y colmillos de peces, lucía a manera de collar.
Ese buzo afamado y sin dinero, jamás conoció el complejo; actuaba con la seguridad de un hombre limpio que nada le debía a nadie y que se sabía admirado y reconocido.
Jamás le negó nada a quien le pedía; lo que él hacía en las oscuras aguas del mar, era el asombro y admiración de quienes estaban cerca de él.
Nadie le igualaba sus proezas que atraían a personajes de todo el orbe y hasta el capitán Jorge Bustos que siempre le tuvo admiración; le puso: “El Rey Neptuno de Zihuatanejo”; apodo que le agradó al modesto y gran persona de la Costa Grande del Estado de Guerrero.
Cuando el Gobierno de Luis Echeverría Álvarez, “descubrió” Zihuatanejo y decidió darlo a conocer al mundo del turismo, el primer gran atractivo e imán para atraer visitantes de México y del orbe, fue Oliverio.
Sus hazañas y virtudes, entrevistas en todos los medios de información aquí, y allende las fronteras, mostraban a barbudo personaje que invitaba a Zihuatanejo y podemos decir, fue unos de los pilares del puerto expuesto al mundo.
Murió el 10 de julio de 2002; sus cenizas fueron arrojadas a las aguas, como él deseaba. Y se dice con razón, sigue ahí, porque su amor siempre fue el mar.
De los apuntes de Capitán Jorge Bustos, Lázaro Ramírez, Rodrigo Campos Aburto y mis recuerdos.
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